martes, 31 de mayo de 2016

Metralla putrefacta!

Mayo, 2016

Nos fuimos de ese extraño bosque, para eterno alivio mío y de "La Criomante", mas el camino no es que fuera un sendero de rosas...


Alcanzamos la enorme escalera que nos llevaría hasta Zul'Drak, zona que solo veríamos de paso...lo que no veríamos tan de paso serían los no-muertos que comenzaron a perseguirnos en cuanto atravesamos un trecho. Corrimos a toda velocidad hacia el antiguo templo que usaríamos para llegar a Colinas Pardas, y logramos hacerlo sin contratiempos, al menos hasta la salida...


En cuanto pusimos un pie fuera...o más bien una pezuña, por los caballos, algunos dieron con nosotros...de hecho, uno de ellos le pegó un mordisco en todo el trasero a mi pobre montura, que no tardó en tirarme y perecer. Me subí tras "La Bardo", que me ofrecía su mano, y eliminando al bicho nos largamos tan rápido como pudimos de allí...solo para encontrarnos con una manada de haurgos en plena cena.


Una de las tripulantes disparó a uno de ellos, y nos tocó repetir la carrera hasta que nos alejamos lo suficiente del nuevo peligro, llegando al fin a nuestro siguiente destino, un hermoso árbol caído, antiguo hogar de furbolgs, pero actualmente desierto.
Acordamos hacer noche allí, y tras dejar las monturas atendidas y rellenar los odres con agua, nos dispusimos a explorar un tanto la zona.


Por desgracia, una de las tripulantes tuvo el descuido de gritar a los que estaban abajo, cuando inspeccionábamos los pisos superiores...algo que enfadó bastante al "Club de Blanco", llegando incluso a hablarle mal...entonces tuve que saltar. Se supone que soy la Capitana, y yo eso me lo tomo muy en serio. La tripulante podía haberse puesto a tocar los tambores allí dentro que nadie, salvo yo, tenía el derecho de tratarla de ese modo...aunque yo tampoco lo habría hecho. Cuando cometes un error, lo último que quieres es que te lo recriminen con mofas y malos modos. Llegó incluso a proponerse de cebo, algo que claramente rechacé...sinceramente, me sorprende que tras actuar irresponsablemente, sin avisar a nadie, y causando la muerte de un niño, ciertos miembros del "Club de Blanco" se comportaran así.
A ver, entiendo su enfado por que un fallo en Rasganorte puede costarte la vida, pero aún así meterse con quien ha cometido el error no soluciona nada, al contrario, empeora las cosas.


Revisamos mejor el tronco, intentando decidir el siguiente paso, pues el grito podría haber atraído algo hacia nosotros. Finalmente optamos por partir hacia el campamento cercano, esperando estar allí a salvo...nos equivocamos.


Dejamos el enorme tronco tras nosotros, pero al llegar al esperado campamento, una gigantesca abominación nos estaba esperando.
Tuvimos que luchar contra ella, mas el bicho parecía no querer irse del mundo sin tocar las narices a gusto. Cuando estaba ya aparentemente finiquitada, su repugnante interior comenzó a vibrar, y de algún modo, terminó explotando. Como estos bichos no se caracterizan por alimentarse de exquisitos manjares, toda la basura que tenía dentro salió despedida como si de metralla se tratase. No hubieron heridas graves, aunque yo recibí un par de golpes; uno en el pómulo izquierdo, otro en el estómago y el peor en el hombro derecho, pues lo que sea que me alcanzara terminó desgarrándome el hombro...y mi túnica, como si tuviera muchas.


Llegamos al campamento, que estaba ya a dos pasos, y nos encontramos con una nueva sorpresa...revisión médica en busca de contagio. Dejé al resto del grupo allí y me alejé, aunque no mucho, encontrando un bonito tronco en el que apoyarme y encargarme de mi herida.
Tuve que rasgar del todo la túnica, pues la sola idea de quedarme en camisa allí me daba ganas de taparme con una manta y esperar a que el hombro se curase solo.
Si bien es cierto que me ha desgarrado algo de carne, y que el aspecto irregular de las incisiones no le dan la mejor pinta del mundo, he tenido heridas mucho peores de las que me he encargado solita, así que no veo por qué ésta se me debería complicar.
Tras limpiarla y tratarla, mordiendo un pañuelo para evitar hacer mucho ruido, me resigné y quité la toga, vendando tan rápido como pude y poniéndome otra por encima.
Permanecí un rato con la cabeza apoyada en el tronco, intentando aceptar el dolor y acostumbrándome a él, y cuando me vi dispuesta, regresé con los otros...consiguiendo de paso hablar con el que dirigía el campamentito y evitando así el chequeo.


Luego de una sencilla cena al calor del fuego, todos se han marchado a dormir, y yo me he alejado para hacer guardia, como siempre. Se que aquí estamos relativamente a salvo, con todos estos soldados, pero...simplemente no me gusta dormir cuando lo hacen los demás, prefiero esperar a la mañana, a que se vayan despertando, y buscar un lugar apartado donde dormitar. Supongo que hay costumbres que nunca se olvidan...

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