lunes, 8 de febrero de 2016

Caminata mortal!

Febrero, 2016

Fui estúpida al creerme segura en ese rincón de los acantilados...


Tras comer algunas de las provisiones que había llevado conmigo (bastantes en realidad, estaba hambrienta) me acerqué al agua para lavarme cara y manos. Por mi mente pasaba la idea de un rápido chapuzón, mientras observaba con curiosidad los altos acantilados en los que me había escondido el día anterior. Entonces fue cuando divisé la torre...parecía derruida, pero era similar a la otra que había visto rodeadas de guardias. Descarté la posibilidad de un baño, y lanzando desconfiadas miradas a la cima de los acantilados, salí de mi escondite. Los murlocs parecían haberse alejado del tramo de playa por el que entrara, y aunque era un objetivo más visible en la arena, preferí mantenerme junto a la orilla. Estaba llegando a la mitad de la playa cuando volví a ver a mis "amiguitos", a lo lejos. Con un suspiro, me hice invisible y crucé corriendo el tramo de playa que me quedaba. Algunos se mosquearon cuando pasé cerca, pero logré esquivarlos y salir de la dichosa arena, llegando a una nueva zona de acantilados. Por suerte para mi, se podía caminar por la mayor parte, y aunque en algunos tramos mi túnica acabó empapada, dado el olorcillo que me estaba empezando a llegar, no era precisamente algo malo.



Al final no me quedó más remedio que seguir a nado, aunque solo fue por unos escasos minutos. Al llegar a la orilla, no divisé amenaza alguna, y dejándome caer sobre la hierba mientras resollaba un poco, examiné mis pertenencias esperando encontrarlas totalmente empapadas. Todo parecía estar bien, completamente seco...benditos elfos con increíbles habilidades de sastrería.
Temiendo enfermar, y deseando descartar la mojada prenda, la cambié por otra.


Aunque había tenido que nadar, no sentía en absoluto que estuviera limpia...supongo que tirarme al agua con una toga sudada, manchada de tierra y usada por dos días no se considera tomar un baño.
Viendo la calma reinante en esa zona, saqué un poco de la comida llevada, haciendo un poco de tiempo en lo que se secaba la toga descartada. Mientras mordisqueaba el duro queso pensaba en los majares servidos durante el torneo, añorándolos.



Seguí caminando por la zona baja de los acantilados, resbalando de cuando en cuando, pero consiguiendo mantener mi ropa alejada del agua. Caminé durante horas, y teniendo en cuenta que estoy lejos de estar en forma, baste decir que para mi fue una tortura. Tuve que saltar, trepar, arrastrarme y caminar por superficies que eran todo menos rectas, hasta que al fin divisé a lo lejos lo que parecían ser ruinas de la alianza. No me confié, pues esa zona pertenece a la horda, pero si que esperaba encontrármelas abandonadas...no hubo suerte, al igual que el resto de estructuras encontradas anteriormente, ésta estaba llena de vigías y rondadores que no daban opción alguna a acercarse.
De nuevo, esperando tener suerte, volví a hacerme invisible y sorteé el edificio.


Doy gracias a Milbus, mi maestro, por ser un experto en la escuela de ilusión...si no manejara estos temas, este viaje no habría sido posible.
Tras alejarme del inminente peligro, estuve tentada de seguir usando la magia, pues aunque me agote, la sensación es embriagadora...no obstante me contuve. Tengo la firme creencia de que esa sensación de haberte quedado a mitad de terminarte el postre, que te da cuando paras de hacer magia antes de lo que quieres, es una señal de control. Y el control es necesario si no quieres acabar malogrado...



Divisé un minúsculo lago, que aunque oculto, estaba plagado de murlocs en sus aguas. No quería llamar la atención, y todavía no estaba tan lejos del lugar dejado atrás como para ponerme a matar a esos bichejos; además, las cosas siempre pueden complicarse, y si puedes evitar la lucha cuando te encuentras en territorio enemigo, mejor.
Me alejé antes de que me vieran y seguí con la eterna caminata. Notaba las ampollas formándose en mis pies, las yagas proliferaban, y caminar se convertía en una tortura. Nota para mi, "no ir de viaje nunca con botas nuevas, por muy cómodas que parezcan".
La tarde estaba llegando a su fin cuando encontré el rincón más seguro que había visto hasta ese momento.



Se trata de una pequeña zona, en la cual me encuentro ahora, oculta por los acantilados. Mire a donde mire no se divisan enemigos, y si he conseguido ubicarme al fin en el mapa, creo que estoy a un paso de llegar a mi objetivo.
Me he arriesgado a darme un corto baño, pues ya empezaba a notar la toga pegajosa...esto de caminar al pie de acantilados no es como darse un paseo por el cementerio de Ventormenta. Si no fuera por los resistentes guantes, tendría las manos llenas de raspones que hicieran juego con los de mis piernas, estómago y brazos. Lo se, debería haber venido con un par de pantalones y una camisa resistentes, pero se supone que los magos usamos togas...llevo mucho tiempo tratando de acostumbrarme a ello, por lo de no desentonar, pero creo que subestimé la dificultad de las caminatas en este viaje. Me centré tanto en la parte del zeppelin y en lo que viene al final, que pasé de largo el tema de atravesar a pie todo el territorio. Craso error.



Por medio de la criomancia apagué la hoguera, asegurándome de que quedara congelada al instante, evitando así la salida del delator humo. Busqué el rincón más oculto del lugar, una especie de agujero que trate de no relacionar con una tumba.
He pasado una noche tranquila, descansando por fin de verdad. Usé la gruesa capa para enrrollarme, aislándome cuanto pude del duro suelo y ocultando mi cuerpo tanto al frío de la noche como a posibles peligros...aunque mirando este sitio, no parece que nadie vaya a venir a darse un paseo por aquí. He desayunado copiosamente, terminando casi mis reservas. Espero no tener que tirar de comida de maná...nunca me ha gustado demasiado, y no es como la auténtica.
Esperaré a que el mediodía se acerque y me enfrentaré con mi mayor reto...la montaña. Espero que sea esta, por que como no lo sea y mis esfuerzos hayan sido para nada, aquí va a pasar algo grave...

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