domingo, 7 de febrero de 2016

Los Claros de Tirisfal!

Febrero, 2016

Tras pasar demasiado tiempo expuesta al ensordecedor ruido que generaban las hélices, entumecida por el frío azote del viento y con movilidad casi nula, la visión de esas tierras decrépitas supuso uno de los mayores alivios que he sentido nunca...


Antes de acercarme demasiado a la base horda, di un trago a una de las pociones que llevaba conmigo, (el tercer trago desde que montara en el zeppelin) para recuperar las fuerzas que necesitaba. Metiendo la capa en la mochila y asegurándome ésta a la espalda, me volví invisible y salté del vehículo en marcha, ralentizando mi caída y esperando no haberme acercado demasiado antes de abandonar ese trasto.


Me volví a hacer visible en cuanto me interné entre los árboles, tomándome un momento de respiro. Las manos me temblaban y el corazón parecía querer escapar de mi pecho. No es lo más peligroso por lo que he pasado, pero un enfrentamiento con la horda (sobre todo con una de sus bases tan cerca) no es algo que tomarse a la ligera...por no hablar de los nervios que sentía por mi cometido allí. Me alejé un poco más y cuando creí estar relativamente segura, saqué mi mapa de la zona. Mientras lo hojeaba, intentando averiguar el mejor camino para llegar hasta mi destino, otra de esas infernales máquinas pasó por encima de mi. Volví a hacerme invisible, aunque esa prevención no era necesaria, pues de la cubierta y sus tripulantes no se veía nada. Cuando el armatoste se alejó, volví a revisar el mapa, decidiendo la ruta a seguir y esperando no perderme.


Lo primero que quería encontrar era una zona tranquila en la que descansar. Lo necesitaba con urgencia, odio practicar magia estando cansada y temía necesitar forzar al máximo mis poderes antes de tiempo; no era probable, pero mejor ponerse en lo peor.
Mientras caminaba por la ruta marcada, divisé a lo lejos una torre. Preferí acercarme sin ser visible, y eso si que fue un acierto, pues dicha estructura, aunque de aspecto abandonado, estaba siendo patrullada por varios guardias.



Mi suerte no mejoró durante horas...cada estructura de aspecto derruido que encontraba tenía ocupantes en su interior, cada zona relativamente segura estaba situada en las inmediaciones de una base enemiga...la tranquilidad de un refugio tranquilo parecía ser una utopía en esas tierras.



Encontré un lago con una pequeña islita en el centro, pero mis esperanzas se vieron nuevamente mermadas cuando al acercarme a la orilla divisé un par de antorchas entorno a lo que parecía ser una especie de altar. No tenía gafas para ver a lo lejos (aunque después de este viaje creo que sería una buena idea hacerme con unas) pero estoy segura de que lo que había en esa precaria mesa era de color rojizo.
Seguí caminando sin descanso, dando pequeños sorbos a lo que me quedaba de pócima para mantener las fuerzas. Vi muchos lugares extraños que aunque parecidos, nada tenían que ver con Bosque del Ocaso...allí los oscuros árboles parecen arroparte bajo sus hojas...aquí tenía la sensación de que en algún momento una de esas retorcidas ramas trataría de atravesarme un ojo. Seguramente sea porque me he criado allí, pero desde luego el sentimiento que me transmiten ambos lugares es bien distinto.
Paré a orillas de un lago, planteándome la idea de remojarme un poco el sudoroso rostro, cuando vi a unos cuantos peces nadando cerca...eran más bien, raspas de peces, aunque se movían como si estuvieran vivos; no recuerdo haber visto ese tipo de pez en Bosque del Ocaso...


Se me quitaron las ganas de refrescarme y seguí con la fatigosa marcha. Seré sincera, creo que me perdí un par de veces, pues por más que miraba el mapa no conseguía ubicarme, sin embargo, para alivio mío, en algún momento del odioso caminó logré divisar la costa.



Me acerqué un poco más, teniendo cuidado de no bajar la guardia en ningún momento, pero cuando estás tan cansada de caminar llega un punto en el que te vuelves descuidada, y los peligros no pareces sentirlos tan mortales. En la playa solo habían murlocs, unas odiosas criaturas que siempre andan molestando y atacando a los viajeros. No me sentía con fuerzas de enfrentarme a tantos juntos, y haciendo acopio de la energía que me quedaba, me volví invisible y conseguí esquivarlos siguiendo la costa, hasta llegar a una zona que parecía ser relativamente segura.



Cuando creí estar lo suficientemente alejada, volví a hacerme visible, resoplando por el esfuerzo. Llevaba demasiadas horas sin descansar, pues en el zeppelin no había dormido nada por la tensión de ser descubierta, y eso había sido después de realizar el tortuoso viaje en grifo hasta Orgrimmar. Tras la eterna caminata, estaba exhausta, y soltando la mochila en un rincón oculto de los acantilados, luego de haber sacado la capa, me dejé caer de cualquier manera sobre el duro suelo, enrrollándome cuanto podía en la arrugada prenda.



Hace solo unos minutos desde que me desperté...voy a tratar de comer algo para recuperar fuerzas y partiré cuanto antes hacia mi objetivo. Espero poder asearme un poco primero...la toga está que me dan ganas de quemarla...

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