sábado, 6 de febrero de 2016

Infiltración en el Zeppelin!

Febrero, 2016

Escribo esto mientras me congelo a bordo de este cacharro infernal...


Por supuesto, he tomado las medidas pertinentes para que nadie pueda leer el contenido de este diario en caso de perderlo...y no faltó mucho para que eso pasara cuando lo saqué y casi se me escapa de las manos...
Por medio de mi magia, llegué a Kalimdor tras haber descansado un poco. Mi objetivo era Orgrimmar, y por suerte para mi, pude alquilar un grifo que me ahorró mucho tiempo. Fue un viaje horriblemente incómodo, sin descanso alguno ni para mi, ni para el grifo, pero cuando finalmente divisé a lo lejos las bruscas formas de la ciudad orca, sentí que había merecido la pena.
Hice aterrizar al poderoso animal en una zona cercana. Allí, a parte de beber un poco de agua y conseguir ofrecer una pizca al grifo, logré crear la ilusión de que era otra persona...alguien a quien no le rebanarían el pescuezo en el zeppelin.



Cuando me sentí preparada (o todo lo preparada que podía estar) monté con agilidad y sobrevolé la aterradora ciudad. El corazón me latía a mil por hora mientras desde las alturas trataba de localizar el zeppelin que me habían indicado. "En la segunda pasarela, el de la izquierda"...me repetía eso una y otra vez mientras intentaba no pensar en lo que pasaría si algún ciudadano miraba a los cielos y conseguía distinguir el grifo. El viento me azotaba la cara con crueldad, mientras el pelo se me enredaba en la cara, dificultando a veces mi nervioso objetivo de estar atenta a la llegada del transporte a la par que trataba de controlar a los temibles jinetes que sobrevolaban la zona, más abajo de donde me encontraba yo.
Finalmente, cuando pensaba que no soportaría más la tensión, lo vi llegar. Era ese, estaba segura...y si no lo era me daba un poco igual, a esas alturas me habría subido en cualquier transporte que me sacara de allí. Mis ojos estaban paranoicos, mirando a todos lados, tratando de abarcar inútilmente a todos los jinetes que tenía a mis pies.
Me acerqué cuanto pude al impresionante armatoste, y pasé a la siguiente fase de mi plan...


No me salió como tenía pensado...la idea era saltar desde la montura, y distorsionando mi velocidad de caída, descender hasta la parte superior del horrible artilugio. No se si lo he comentado antes, pero odio volar en máquinas, los animales me parecen mucho más fiables...y controlables...
Al final me pudo la cobardía, y aprovechando la lejanía de los alados jinetes, llevé el grifo hasta la superficie del zeppelin. En cuanto estuve encima me desmonté...se me enganchó la pierna y terminé con la cara empotrada en mi provisional suelo. No me hizo falta preocuparme por conseguir que mi montura se alejara antes de ser vista, pues cuando conseguí incorporarme, aunque sin levantarme del todo, al girarme no había nadie a mi lado...alcé un poco la vista y lo vi volando, huyendo de la ciudad como si lo persiguiera la Legión Ardiente. "¡Maldito bicho traidor" fue lo que pensé; aunque mi plan era que se marchara, no me esperaba que se diera el piro en cuando me bajara.
El zeppelin se movió antes de lo esperado, ¡no estaba lista! y mi cuerpo se deslizó por uno de los laterales. Viendo que no podría colarme de forma discreta, y temiendo que me increparan (no creo que los orcos, por muy raros que sean, acostumbren a embarcar deslizándose desde arriba con cara de pánico) decidí eliminar la ilusión y centrarme en volver mi cuerpo invisible...y a ser posible, ralentizar un poquito mi deslizamiento.


Llegué como pude a la cubierta, vigilando siempre a los tripulantes. Por suerte para mi, no parecía haber ningún pasajero, salvo un goblin con pinta de llevar varios días borracho. Estaba apoyado por completo en su petate, y tenía cara de estar teniendo visiones sobre montañas de oro.
Bajé con cuidado, explorando de forma breve el artilugio e intentando no tropezar con las mercancías que transportaban, hasta divisar una puerta con aspecto de permanecer siempre cerrada. Asegurándome de que no había nadie a mi alrededor, conseguí abrirla y para mi sorpresa, salí al exterior.


En cuanto el frío me golpeó la cara, entendí porque nadie parecía querer abrirla. El ruido de las hélices era ensordecedor; no pude evitar llevarme las manos, por suerte enguantadas, hasta mis oídos, intentando aplacar el escándalo.
Me acerqué con precaución a lo que estos seres llaman barandilla...un par de cuerdas mal atadas a cuatro palos. Negando con la cabeza ante semejante falta de seguridad, me giré hacia la puerta y la cerré con fuerza; concentré en el pomo la escarcha suficiente como para impedir que alguien la abriera desde dentro...con ese viento y ese frío sería difícil que se derritiera...bueno, y realmente no lo ha hecho. Ahora mismo me encuentro en la misma posición en la que he estado durante horas. Solo me he movido para estirar un poco las piernas, cuando mis músculos casi me han hecho aullar de dolor. Estoy enrollada en mi capa, tratando de que el diario no salga volando, y maldiciendo mentalmente haberme olvidado la capucha...siempre la llevo, y precisamente hoy la dejo. En mi defensa debo decir, que planeaba viajar cómodamente en el interior de este cacharro, simulando ser uno de los suyos...pero el miedo a ser descubierta ha podido conmigo, y esto lo veo muchísimo más seguro.
Como medida de precaución, me mantuve invisible hasta que dejamos los límites de Orgrimmar. Escucho ruidos tras la puerta, como si alguien se estuviera moviendo por la habitación contigua...espero poder volver a escribir cuando me encuentre en la seguridad del suelo...aunque bueno, teniendo en cuenta que ese suelo será el de los Claros de Tirisfal, no se yo qué es peor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario