Hoy el día a amanecido espléndido...se que parezco bipolar, pero cuando los rayos del sol se filtran entre las hojas dotando a los árboles de una luz rosácea, siento que podría permanecer aquí para siempre...
He comenzado el día paseando por el lago, deleitándome con el juego de luces que se crea al alba, procurando no pensar en nada, limitándome a disfrutar de cuanto me rodeaba...y ha funcionado. La ciudad no está lo que podría decirse...vivaracha por las mañanas, pero tampoco se encuentra desierta. Las centinelas y tenderos están en sus puestos tan temprano, que casi parece que no se hubieran ido a dormir.
Decidí dirigirme a la zona de combates, esperando encontrar a alguien entrenando, pero estaba vacía. Al menos pude ver lo distinto que es ese claro iluminado por el sol y en calma.
Desde luego, no recordaba que fuera tan bonito. Desayuné allí, junto a un árbol cercano. No me gusta demasiado comer en estas posadas, por lo que estoy optando por comprar alimentos fríos, útiles para viajes, e ingerirlos donde me plazca. Tras el precario desayuno y luego de leer un poco sobre la historia de los huargen, me pareció una buena idea la de practicar un poco mis escasas habilidades con el bastón.
Pero siendo honesta, no aguanté ni cinco minutos. Me aburre este tipo de entrenamiento...quizás debería pedir a alguien que luche conmigo, teniendo en cuenta que volveré a pelear en menos de una semana, no me vendría mal entrenarme un poquito...
Tras desistir con el muñeco de entrenamiento, me he acercado hasta lo que parece ser un cementerio...quizás la mayoría de gente se irían a un parque, pero a mi los cementerios siempre me han gustado. Suelen ser tranquilos, y en este en concreto, se nota un ambiente solemne, ideal para escribir o leer.
He pensado aprovechar el resto de la mañana terminando uno de los tomos que me traje, y por la tarde, espero acercarme a la aldea de la cual me han hablado, Dolanaar. Quizás pasé allí el día, antes de que empiece el torneo.
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